(meditando sobre Sabiduría 3:9, 15)
"...porque las buenas obras producen algo esplendido, y la sabiduría es un árbol que siempre da frutos..."
Cuando se obra - con el corazón en la mano -
para el bien de los demás,
el espíritu de Dios reina
y Su Presencia se distingue
entre los hombres de buena voluntad.
Con cada buena obra,
va creciendo el buen árbol
hasta llegar a ser el más frondoso y tupido de buena fruta.
La fecundidad de nuestras vidas -
o sea - todo lo bueno que surge cuando cooperamos con el plan de Dios,
debe estar 'anclada' al Crucificado;
ya que desde este 'punto de partida'
y máximo ejemplo de vida en el amor verdadero,
se van multiplicando todos los frutos buenos
produciendo así, una vida verdaderamente fecunda
en unión con el Espíritu de Dios.