La oración es un don de nuestra fe, más que una exigencia de la misma. Vamos a experimentar pérdida, incluso el abandono mismo, en algún momento de nuestras vidas. Pero sabemos que Dios está ahí siempre con nosotros, esperando ayudarnos a dar sentido a todo esto, para poder pasar por el fuego y hacernos más fuerte de lo que éramos antes...
Oremos hermanos y hermanas...