En
medio de la debilidad del pueblo de Corintio, la Palabra de Dios los
incentivaba a la conversión.
Los
grandes enemigos de la conversión son "el orgullo y la arrogancia que nos hace
débiles y temerosos" y que debemos ser dóciles a la palabra de Dios que
"habla de tantos modos para confundir a los fuertes".
Ser
buen cristiano "nos hace más humanos".
San
Pablo era frágil como todos, pero porque "estaba compenetrado con la
palabra de Jesús. Era discípulo de Jesús, revestido por la fuerza de la
debilidad".
La
necesidad de "vivir el espíritu del
bautismo", que es "el único espíritu que comunica los dones"
y así cómo la Eucaristía debe ser, "fuente de la verdad donde nosotros nos
hagamos un solo cuerpo"