Entre más se despreocupa el ser de los momentos de la vida.
Entre menos le importa si viene o si va.
Cuando la oportunidad de pensar menos de si mismo se le escapa por lo pesado del recorrer.
Y el corazón se le oprime más y más.
El respirar se hace más pesado y la cabeza parece querer explotar...
El enemigo asecha en cada diminuto rincón.
Los rinconcitos parecen encogerse desde que lo quiere abarcar todo el enemigo.
Luego, entra el don de Su presencia y en un instante...
todo lo agobiante se desvanece una vez más...
El respirar continúa... en mayor recogimiento y adoración...
El Señor vuelve a reinar dentro del corazón humano.