Cuando la mente falla y la memoria se desvanece ¿Acaso es como perder al ser (amado) de antemano? ¿Darlo por muerto – aún cuando muerto no lo está?
Entendemos (por gracia de Dios) que el vivir esta vida es el de morir continuamente. Morir a todo lo que no se conforme al Plan Divino para nuestra vida eterna (en Dios).
Ahora bien, si una persona pierde la capacidad de reconocer lo que le sucede; si la memoria ya no le funciona como anteriormente (a causa de los años o por enfermedad); si poco a poco (o de golpe) pierde el recuerdo de momentos vividos; se podría decir que el simple hecho de que en la presencia está Dios, se nos permitirá agradecer la ausencia personal del ser (amado) – para así, desposar en Jesús, con Dios Padre y Espíritu Santo – todas las atenciones y ofrendas de caridad para con estos seres pequeños e indefensos ya. Con absoluta confianza se nos llenarán los corazones con la firme esperanza de recibir el bien para todos los presentes, aunque ausentes estén.
¿Qué más se puede pedir para los ausentes, si Dios Padre les ha dado todo ya? ¿Si al comenzar y terminar el día todo se nos acomoda para bien de los que amamos al Señor? (Romanos)
La presencia de la ausencia se vive plenamente en la Fe, la Esperanza y el Amor Eterno. Allí nos encontramos todos, siempre y por siempre.