Aquí, Señor, yo sé que estás aquí,
en los cuatro rincones de esta sala,
en el centro, en el aire suspendido
como lámpara inmóvil, invisible.
Oigo palabras tuyas.
Están cerca Tus labios
y me besas por la sombra tenaz.
Eres palabra hundida dentro.
Oigo Tu pulso claro por mi oscura sangre.
Yo sé que estás aquí, Señor.
Yo sé que estás aquí. Y que una noche,
cuando menos lo espere,
darás luz y encenderás Tu lámpara.
Yo sé que estás aquí, Señor.
Yo sé que estás aquí.
Amén.