Dios nos ha destinado a obtener la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo; Él murió por nosotros, para que, despiertos o dormidos, vivamos con Él. (1 Tes 5, 9-10)
El amanecer me inspira siempre a asomarme por la ventana de mi cuarto. Esta mañana en particular, veo como la temprana luz del sol hace que las hojas de los árboles se prendan como en fuego de colores en este bello día de otoño.
Reconozco que no todas las hojas se ven iluminadas porque el sol de la mañana no les llega a todas por la posición en que se encuentran. Me hace pensar en nosotros los seres humanos. Como es que aunque Dios nos ha creado a todos a Su Imagen y semejanza, a muchos, no les llega la luz de la Verdad porque les falta que alguien se las ofrezca como agua y beberla hasta llenar. ¿Conocen a Jesús personalmente? ¿O es algo que les falta por reconocer?
Aun así, todo árbol se ve saludable y entero. Así nosotros como un solo cuerpo, unidos a la Vida verdadera que es Jesucristo, podemos seguir sostenidos junto con los que aun no se encuentran en la luz; para que unidos los unos a los otros - como hermanos/hermanas, una sola familia de Dios…se nos permita, por la gracia de Dios, llegar a sentir el calor del amor intenso de Dios Padre…que es en verdad: para todos sin excepción.
Dios nos ha destinado al amor verdadero. Este amor nos llueve abundantemente, generosamente y sin merecerlo, por medio del Hijo único: nuestro hermano y salvador, Jesús. Sigamos todos unidos y orando siempre los unos por los otros. Amén.
